El Índice Nacional Amplio de Precios al Consumidor (IPCA), considerado la inflación oficial del país, cayó 0,68 en julio, tras haber subido 0,67 en junio, según el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE). Como resultado, el país experimentó deflación (inflación negativa), la primera en 25 meses consecutivos de aumento de precios.

Según el IBGE, este fue el precio más bajo desde el inicio de la serie histórica en enero de 1980. Desde el plan Real, Brasil sufrió la deflación del IPCA sólo 15 veces. La última caída mensual del IPCA hasta ese momento fue en mayo de 2020 (-0,38).

Sin embargo, en el año la inflación acumulada es de 4,77. En los últimos 12 meses, la tasa se desaceleró a 10.07% desde 11.89% en los 12 meses inmediatamente anteriores.

Pese a la tregua de julio, hubo 11 meses consecutivos en los que la inflación anual estuvo por encima de los dos dígitos y más del doble del límite superior de la meta oficial para 2022.

El resultado fue el esperado. La mediana de las proyecciones de 36 instituciones recogidas por Valor Data fue el IPCA de julio con caída del 0,65.

La deflación de julio se explica principalmente por la caída de los precios de los combustibles y la energía. Las fluctuaciones negativas de estos rubros reflejan la caída de los precios en las refinerías de Petrobras y también la reducción del ICMS (Impuesto a la Circulación de Bienes y Servicios), que se aplica de acuerdo con la Ley Complementaria 194/22, que entró en vigor a finales de de junio.

El IBGE destacó que, además de la reducción tarifaria del ICMS para los servicios de energía eléctrica, otro factor que influyó en la caída de los grupos habitacionales fue la aprobación por parte de la Agencia Nacional de Energía Eléctrica (ANEEL) de modificaciones tarifarias extraordinarias para diez proveedores. en todo el país, lo que resultó en un recorte arancelario el 13 de julio.

Reducir impuestos en un año electoral fue una estrategia del gobierno y el Congreso. Sin embargo, aunque la inflación estará contenida en 2022, estas medidas presionarán los precios para 2023, advierten varios economistas.

La opinión de los analistas es que la deflación del IPCA es temporal y que los aumentos de precios siguen siendo generalizados. Por ejemplo, Itaú prevé precios de -0,36 en agosto, 0,55 en septiembre y 0,60 en octubre.

Estamos en temporada baja, que es de marzo a septiembre, octubre, es decir, la época en la que los pastos están más secos y eso reduce la oferta de leche en el mercado y que los costos de producción de las cerdas son muy altos, explicó el director de investigación Pedro Kiislanov.

El crecimiento de la leche fue el principal contribuyente a la puntuación de Home Grocery, que se aceleró a 1,47 en julio desde 0,63 en junio. Por otro lado, comer fuera de casa (0,82) se desaceleró respecto a junio (1,26) debido a aumentos menos pronunciados en los snacks (1,32) y las comidas (0,53).

Otro destaque fue la fruta, con un incremento del 4,40. Por el contrario, las mayores caídas de precios se produjeron en el tomate (-23,68), la patata (-16,62) y la zanahoria (-15,34). 

Además de los comestibles, los pasajes aéreos (8,02), el agua y alcantarillado (0,96), los empleados domésticos (1,25) y los cigarrillos (4,37) registraron aumentos relevantes en julio.

En 2021, la inflación finalizó el año en 10,06, muy por encima del techo objetivo (5,25), lo que supone el mayor aumento desde 2015.

La meta de inflación fijada por el Consejo Monetario Nacional (CMN) para 2022 es 3,5 y solo se cumple formalmente cuando oscila entre 2 y 5. Sin embargo, el banco central ya reconoció oficialmente que la meta de inflación será superada en 2022 por segunda vez consecutiva. año.

La proyección actual del mercado financiero es de un IPCA de 7,11 en 2022. Para 2023, sin embargo, la expectativa para el IPCA cayó de 5,33 a 5,36.

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